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Contrariar las contrariedades

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         Perderse también es camino. 

           Perder-se também é caminho.





Contrariar las contrariedades


Una de las cosas que aprendí es que se debe vivir a pesar de. A pesar de, se debe comer. A pesar de, se debe amar. A pesar de, se debe morir. Inclusive muchas veces es lo apropiado a pesar de que nos empuja hacia adelante. Fue a pesar de una angustia que, insatisfecha, fui la creadora de mi propia vida.



Clarice Lispector en "Un Aprendizaje o el Libro de los Placeres".



Contrariar as Contrariedades


Uma das coisas que aprendi é que se deve viver apesar de. Apesar de, se deve comer. Apesar de, se deve amar. Apesar de, se deve morrer. Inlcusive muitas vezes é o próprio apesar de que nos empurra para a frente. Foi o apesar de que me deu uma angústia que, insatisfeita, foi a criadora da minha própria vida.



Clarice Lispector em "Uma Aprendizagem ou o Livro dos Prazeres".








Estoy hecha de urgencias:

mis alegrías son intensas;

mis tristezas, absolutas,

me cubro de ausencias,

me vacío de excesos,

yo no quepo en lo estrecho,

sólo vivo en los extremos.



Poco no me sirve,

Medio no me satisface,

¡los medias tintas no son mi fuerte!



Todos los grandes y pequeños momentos,

hechos de amor y de cariño,

son para mí recuerdos eternos.

Las palabras me conquistan por un tiempo...

Pero las actitudes me pierden o me ganan para siempre.




Supongo que entenderme 

no es cuestión de inteligencia

y sí de sentir,

de entrar en contacto...

O toca, o no toca...



Clarice Lispector, "Sólo para Mujeres - Consejos, Recetas y Secretos".





Sou composta por urgências: 

minhas alegrias são intensas; 

minhas tristezas, absolutas. 

Entupo-me de ausências, 

Esvazio-me de excessos. 

Eu não caibo no estreito, 

eu só vivo nos extremos. 




Pouco não me serve, 

médio não me satisfaz, 

metades nunca foram meu forte! 




Todos os grandes e pequenos momentos,

feitos com amor e com carinho,

são pra mim recordações eternas.

Palavras até me conquistam temporariamente...

Mas atitudes me perdem ou me ganham para sempre.




Suponho que me entender

não é uma questão de inteligência

e sim de sentir,

de entrar em contato...

Ou toca, ou não toca.



Clarice Lispector, "Só para Mulheres - Conselhos, Receitas e Segredos".




A boca de jarro


Los secretos culinarios del amor

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"La vida entera transcurre en la cocina."

Marcela Serrano, "Nosotras que nos queremos tanto".





Los secretos del amor son culinarios:
en el amor, igual que en la cocina, 
 se bate, se amasa, se tamiza,
 se revuelve, se vierte, se alisa,
se rellena, se decora y se atempera;
las cosas claras y el chocolate espeso.  

El horno no está siempre para bollos
y a veces todo sólo sabe a nada,
otras, en cambio, la boca se hace agua,
pasan días sin comerla ni beberla,
noches en que, con aguardiente, nada se siente,
 hambrunas y tiempos más fartucos.

En la cocina, igual que en el amor,

algunas veces te cuelgan la galleta
y las migas que te dejan son eternas,
otras, el hambre se junta con las ganas,
picoteando te arruinan la comida
y quien atiza el fuego es el demonio.

"Lo que no engorda, mata", decía mi abuela 
 - una ley aplicable en el amor.
Quiero morir, mi bien, 
plena de pulpa y pimienta,
de mariposas la panza llena,
y en la cocina, flotando en tu olor.




A boca de jarro

Un encuentro casual

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Un encuentro casual
¿quién lo diría?
Después de tantos años sin vos, 
de tanta vida, 
no pensaba que
mis piernas temblarían
perdiendo su control del taconeo,
ni que me haría agua en el deseo
de tus manos tan cerca de las mías,
manos de infiel varón, inalcanzables,
manos de mariposa trepidante
que alguna vez volaron mi alegría
condenándome al exilio, a la deriva.

Menos mal que 
me invitaste a tomar algo,
que pude hablar del tiempo,
de esta loca ciudad, que pude sonreírme,
que el café logró ponerme un tanto sobria
y sacó algo coherente de mi boca,
que no te diste cuenta de 
que ardía embriagada en tu voz
justo cuando, debajo de la mesa,
tu pie palpó levemente
mi cordura de mujer que, se supone,
ya tiene todo bien resuelto
en estos frentes... 

Por un momento
temí ahogarme en el café caliente de tus ojos,
temí ser descubierta en lo indebido
 de soñarte despierta tanto tiempo,
temí que ni la excusa de lo tarde que se hizo
me salvara del deber de la partida,
que ni el bullicio del bar me silenciara:
temí que a plena luz del día, 
 sin anestesia ni alicientes,
sin importarme tu alianza de casado
ni la mía, por fin te gritaría
a viva voz, que, aunque no lo merezcas,
al olvido yo nunca te he librado.




A boca de jarro

Una mujer sola en Navidad

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 (Basado en hechos reales)


Una mujer en la barra de un bar
es casi como un acto de desnudo:
un espectáculo digno de admirar
para todo solitario empedernido,
una buena invitación a adivinar
qué será lo que hasta esto la ha traído.

Una mujer sola, oscura, en un bar

entre algunos borrachos sin sentido
tiene más que una pena que olvidar,
el dolor que le causa algún descuido;
su presencia se hace afrenta popular,
sentada y desarmada, casi un alarido.

El barman, atractivo y singular,
iniciado en las artes celestiales del batido,
el veneno indicado ha de mezclar
siendo su fuerte el pasar inadvertido.
- Señora, dígame ¿qué va a tomar?
Imagino que lo querrá Usted helado...


 - Si fueras yo, ¿qué elegirías tomar,
si es que no quisieras darte por vencido
en tu objetivo de la Navidad saltear?
 Que sea algo bien fuerte y bien servido,
     algo que al menos me haga olvidar 
que en casa hay un pavo esperando ser horneado...



¡Felicidades!

Les desea

A boca de jarro

Reflexión Etílica de Fin de Año: Parte I

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    Yo no sé cómo será la historia en sus casas, pero en la mía, sobre todo cuando era chica, las fiestas de Fin de Año no pasaban inadvertidas: dejaban una resaca de peloteras familiares importante. Los recuerdos de los sentimientos que aquellas peloteras despertaban en mí, siendo apenas una niña, han sido tema de varias sesiones de terapia, con escasos resultados prácticos y un alto impacto en mi bolsillo. No es mi intención ponerme aquí, justo en este momento del año, a interpretar psicoanalíticamente los males que aquejan a mi familia, porque además de que no sé un pito del tema, francamente ya casi que me importa un pito: mi familia es así, y sé que no va a cambiar, aunque durante largo tiempo me sentí con el deber y la capacidad de hacerla cambiar. Es más, es probable que el paso del tiempo agudice nuestros rasgos antes de suavizarlos. Con el correr de los años, he pergeñado toda una estrategia para evitar las peloteras en mi mesa de festejos, y he descubierto alegremente que el alcohol ayuda mucho en mis intervenciones en este aspecto. Por lo tanto, esta reflexión de Nochevieja viene de ejemplos y de recetas, vamos, viene de tragos.




Es una verdad universal que las Fiestas y las fechas especiales nos movilizan de maneras de las que ni siquiera somos conscientes. A este fenómeno debemos sumar la presión que se ejerce desde el afuera para que nos sintamos festivos y expansivos por calendario, reuniéndonos a comer y a beber como si fuésemos a marchar para la guerra, sin olvidarnos de hacernos los mejores regalos. En mi familia, como en muchas otras asumo solemos reunirnos y visitarnos con cierta asiduidad, pero se siente en estos tiempos el imperativo de que lo mismo que nos reúne incontadas veces a lo largo del año sea diferente y especial. Es eso, en mi entender, lo que genera expectativas que nos condicionan a jugar un papel altisonante en la reunión, sea contando amenas anécdotasque para nadie resultan novedosas, comentando ciertos acontecimientos de orden público o carácter privado de modo singular, cocinando un platillo extraordinario o complaciendo el pedido general de preparar ese postre que nos identifica como grupo familiar. Hamlet lo resumiría en una línea: "Asume una virtud si no la tienes."





En este afán por lucir más chispeantes y descollantes, más "nosotros mismos" que lo habitual, es donde hacemos cortocircuito con los demás, creo entender; es en ese escenario donde nuestro personaje pretende desplegar lo mejor de sí mismo en el que se filtra lo malo conocido para empañar el protagonismo que buscábamos tomar en el festejo, traído habitualmente por otro personaje - alguien con buena memoria del libreto -, quien nos recuerda en off de todas las escenas vitales en las que no actuamos a la altura de lo esperado. Se desata, al fin, una lucha de egos, que se debe resolver para lograr proseguir con la obra hasta que caiga el telón. Para aliviar, entonces, esos roces entre actores en escena, y aún en ayunas, apelo al poder del alcohol por vez primera en forma de sangría, por aquello de que la sangre siempre tira.


*Sangría al mejor estilo español

La sangría debe ser preparada con vino joven y fresco, y tiene por gracia la antelación y el reposo que requiere su apropiada preparación: se deberá echar mano a toda fruta jugosa de estación, pelarla, si así se prefiere, y cortarla pacientemente en cubitos, para luego dejarla macerar en el vino, el cual adquirirá de esta manera los sabores y matices de los elementos frutales. Se le pueden inclusive adicionar medio litro de zumo de naranja y el zumo de un limónSu dulzura, bien dosificada, hará milagros: limará las asperezas del comienzo de función, borrará el temor al ridículo y el pánico escénico y entonará a los actores para que todo les importe un poco menos.




Otra verdad de lesa humanidad con respecto a las reuniones navideñas es que cuando los vivos se juntan, siempre conjuran a los muertos, y el efecto de invocarlos puede resultar explosivo. La Navidad es la fiesta del nacimiento por paronomasia. Sin embargo, son los muertos quienes vienen a habitarla con mayor comodidad. Es casi inevitable recordar a los que se han ido, los lugares que ocupaban a la mesa, las comidas que favorecían o las que aborrecían, y otro número de características que los suelen evocar de manera ligera aunque no siempre favorable. Como siempre, no falta el vivo de buena memoria, listo para poner al muerto en su lugar, lo cual suele causarle un soponcio, un desvanecimiento, una flojera o un histeriqueo a quien se siente tocado por la poco sacro santa y cruel verdad. Es entonces cuando se arman los líos, ya que algunos, simplemente para des-dramatizar y pasar a las entradas, osamos asumir el rol de críticos o de jueces de una vida que la muerte se ha encargado de elevar a un pedestal. Este es el preciso momento en el que hago uso y abuso de una receta que heredé de mis ancestros portugueses adquiridos por vía política: Cóctel de Porto. Estos portugueses, a quienes nunca he conocido y por tanto, nunca he juzgado, ni bien ni mal, escaparon de su tierra por hambre, igual que mis ancestros asturianos y gallegos, y me han hecho el regalo más nutricio que jamás he recibido. Aquí les facilito la receta:

*Cóctel de Porto

*1 copita de vino Oporto
*2 cdas. de coñac
*2 cdas. de cointreau
*Unas gotas lima
*Hielo picado


Preparación:


*Poner todos los ingredientes en una coctelera.

*Mezclar bien, colar y servir de inmediato la bebida.


*Si se prefiere se le puede poner algún endulzante, pero yo ni me molestaría: el oporto es uno de los licorosos con mayor cantidad de calorías, aunque no hay con qué darle por el lado del sabor.

Efectos esperables en dosis razonables:

*Alegría cuasi navideña, risas y buenos recuerdos, hasta de los muertos...




***Un aside sobre el menú: 


Es posible que en este momento de la noche nos asalten serias dudas como anfitriones acerca del éxito del menú, ya que algún familiar podría llegar a hacernos notar que es un tanto inadecuado para su gusto, aunque lo más probable es que hayamos incluido en él esos platos típicos que conforman el repertorio de las Fiestas en nuestra tierra y que inexplicablemente comemos una sola vez al año. Observaciones gastronómicas triviales acerca de nuestras elecciones de comidas podrían llevar fácilmente a una pelotera. Paso a ilustrar: en toda mesa argentina que se precie, debe haber Vitel Toné para estas Fiestas, simplemente porque así lo dictaminan las madres y las suegras. Se trata de un plato de tradición italiana, y su nombre viene de la frase “vittello tonnato”, o “ternera atunada”. El Vitel Toné lleva una salsa con una combinación de atún, yema de huevo, anchoas, alcaparras y mayonesa. De nada sirve razonar con respecto a la escasa practicidad de incluirlo como opción en el menú familiar, debido a factores múltiples que no está mal tomar en cuenta: la posibilidad de cortes de luz en esta época, que afectarían la frescura de los ingredientes, el alto costo del peceto y la alcaparra en estas fechas de enorme demanda, lo poco que este platillo les gustará a los niños y los jóvenes presentes, debido a sus notas ácidas, o simplemente el hecho de que tal vez nuestra familia no tenga nada de italiana... Asumamos que, en afán de complacer, nos hemos esmerado y lo hemos preparado. En el preciso instante en que Usted sirve el Vitel, y su suegro le retruque: "Para mí no hay nada como un buen asado", o que su padre sentencie que los sándwiches especiales de Vitel Toné que su marido laboriosamente ha preparado no califican como"comida", le recomiendo que refuerce su autoestima y su ansia de aceptación con este trago solitario:




*Shot de tequila en solitario:

*Lama la piel entre su dedo índice y su pulgar en la parte reversa de su mano al mejor estilo Pancho Villa.

*Póngase un poco de sal en el área. La saliva y los nervios del crítico momento ayudarán a que se pegue.

*Sostenga una rodaja de limón entre su pulgar y su dedo índice, los de la mano donde ha quedado la sal.

*Exhale profundo, lama la sal,  muerda el limón y tómese el shot de buen tequila de un solo trago, inclinando la cabeza hacia atrás. Luego diríjase hacia la mesa con los platos que había preparado y comprobará que los comentarios sobre el menú ya no le afectarán en lo más mínimo.


Hasta aquí, los preliminares de la comida de Nochevieja propiamente dicha. 







Continuará...


A boca de jarro

Reflexión Etílica de Fin de Año: Parte II

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    Habíamos quedado en los preliminares de los platos principales de la comida de Fin de Año. Si recuerdan, habíamos servido un par de tragos, mayormente frutales y dulces, para ir limando las asperezas esperables en los primeros momentos de reunión. Asumiendo que, como expertos anfitriones, hemos logrado pilotearla sin excesiva turbulencia a través de las entradas, prosigamos con el plan de desarme etílico de posibles peloteras.



A estas alturas, y con un poco de viento a favor, habremos sorteado ya varios principios de incendio en nuestra mesa y estaremos sirviendo el plato principal: un momento ideal. Es entonces cuando los comensales se llenan la boca de comida, la conversación se limita a preguntas desconcertantes acerca de qué es esto o aquello otro lo cual nos irrita de por sí por parecernos más que obvio: es comida—, pero cuya presencia en el menú, cuidadosamente sopesado colectivamente de antemano, o cuyo modo de preparación propio, siempre puede ser objetado con muy mal gusto. Asimismo, la urticaria puede llegar a partir de antipáticos pedidos de saleros y pimenteros que refuercen el sabor donde se siente que no ha sido suficiente, o bien de comentarios del estilo: "Esto es mejor comerlo caliente...", en un día de 34° de calor promedio y corte de luz en Buenos Aires, por ejemplo. 



Suele ser este el momento en el que el diálogo más fuerte se mantiene entre los niños y jóvenes presentes. Para mantener y fortalecer el espíritu de boca cerrada que reina a la mesa, me auxilia el vino,  prodigio de mi tierra. Eso sí, les advierto: tengan a mano una variedad de vinos tranquilos para regar el plato principal. Tomen en cuenta que los caballeros tenderán a optar por los tintos, ligeramente abocados o de reserva, mientras que las damas se inclinarán por los blancos y rosados sin más, a no ser que tengan una cuñada que se las tira de distinguida, aunque es beoda a secas, y que, encima, jamás pone su casa para fiestas, una cuñada como la mía, bah, que, vez pasada, se ofendió porque no le dispensé una botella de Rutini de cosecha y de casi una luca que me habían obsequiado, y que obviamente me excusé de estar salvando para Pascua. ¡Ni mamada la convido con Rutini a mi cuñada!



Si el generoso despliegue etílico ha surtido el efecto deseado hasta el momento, los invitados se verán en la imperiosa necesidad de abandonar la mesa por un rato a medida que el brindis de las doce se hace inminente. Este puede ser un buen momento para distenderse, poner algo de música, encender algunas velas y, por qué no, servir algo así como una caipirinha, un trago esencialmente brasileño que jamás defrauda. Yo prefiero su versión más conocida como caipiroska, simplemente por el poder vigorizante  e infalible del buen vodka.

*Caipiroska


Ingredientes:

*4 partes de vodka de buena calidad
*1 limón Tahití
*2 cucharadas de postre de azúcar
*Hielo picado



Procedimiento:


*Cortar el limón al medio y luego cortar las dos mitades nuevamente al medio. Realizar un corte en V , retirar y desechar la parte central de los trozos de limón, ya que le dan un sabor un poco amargo al trago.

*Mezclar el limón con el azúcar en un recipiente de boca ancha o en un mortero. Aplastar y amasar el limón con el azúcar y mezclar con el vodka. Puede batirse la mezcla resultante en coctelera si se prefiere, al ritmo de samba.

*Trasvasar a un vaso de boca ancha y agregar el hielo y un sorbete.


*Se puede saborizar el trago agregando azúcar al borde del vaso y decorarlo con una rodaja entera de de limón. Yo con mi familia ya ni me gasto...




Con la energía que el vodka insufla a nuestro torrente sanguíneo ciertamente bien regado hasta el momento, nos podemos relajar por otro rato, aunque nunca falta el abuelo o el tío ansioso y/o prostático que comienza a mirar el reloj y nos hace el favor de la cuenta regresiva a viva voz. Para el brindis de las doce, no suelo complicarme demasiado: vinos espumantes son la opción más propicia para recibir el año entrante. No obstante, como ya les había advertido en un principio, mi familia es muy propensa al debate, y llegada la hora de alzar las copas, habrá que cerciorarse de quiénes son los que se inclinan por el champagne brut o extra brut so pena de ser burlados por agregarle azúcar a la copa, quiénes por los espumantes dulces del estilo de Freixenet, Novecento, Deseado, Santa Julia, Emilio de Nieto Senetiner o un Norton de cosecha especial, o bien por la simple y siempre leal sidra Real, Rama Caída o El gaitero, famosa en el mundo entero.

Este suele ser el punto más álgido del encuentro para quien escribe, debo confesar. En el preciso momento en que me dicen: "Che, servite un champán, como los franchutes, que es digestivo y no tenemos que manejar..." se me vienen los recuerdos de Don José, mi buen abuelo asturiano, y de cómo se quedaba dormido esperando que le trajeran a la mesa algo para masticar que no fuera ruso como la ensalada, o tano, como el Vitel, o yanqui como el insípido pavo. Es que el asturiano era muy nacionalista de su Asturias natal, aún habiendo pasado más de media vida en la Argentina. Así es que en mi mesa de fiesta jamás falta la sidrina asturiana, la buena, rica y entrañable sidra de mi abuelo asturiano.


Ante la disyuntiva entre sidra y champagne, no puedo obviar otra seria advertencia. Es sabido que la hora del brindis es la nota más alta de la noche. Algunos piden sus deseos, otros se limitan a observar los fuegos de artificio que comienzan a volar por sobre los techos a través de las ventanas, y a algunas personas sensibles les da por llorar, cayendo patéticamente en lo que en mi familia hemos dado en llamar "el pedo triste". Este es el caso de mi tía, por ejemplo. Es conveniente que con este tipo de personas  de lágrima fácil y llanto profuso a moco partido, se ahorre al máximo en graduación alcohólica, ya que una copa de champagne puede causar estragos y aguarnos la fiesta, literalmente. Prefiera, por tanto, la sidra al champagne, por su menor graduación alcohólica.





"Año nuevo, vida nueva"siempre decimos, ¿verdad? Pues porque va llegando el momento en que por fin todos hagan "taza, taza: cada cual para su casa", mi momento favorito y más preciado. Como algunos son reacios a despedirse, aunque lo más probable es que nos volvamos a encontrar en unas horas, por ser primero de año, claro, para esta hora siempre tengo reservada en la heladera una jarra de jugo de naranjas frescas exprimido y me guardo algo del buen vodka con el que preparé las caipiroskas. 



El destornillador es un trago que resulta mortífero pero efectivo en despegar hasta al más guapo de la silla y mandarlo  haciendo eses a su cama. Es imprescindible no cometer el error en el que alguna vez yo misma he incurrido de utilizar cualquier jugo de naranjas envasado o inclusive un refresco de sabor naranja, ya que los efectos del vodka se potencian, y no hay quien te salve de la curda que te agarra: cuiden mucho las medidas y cerciórese de que ningún sobrino se termine el jugo natural de naranjas reservado en la nevera.



*Destornillador

Ingredientes:

* Tres partes de vodka y siete de zumo de naranja
* Hielo en cubitos.
* Opcional a esta hora: Una rodajas de naranja para decorar la copa.

Preparación: 


*Para preparar un buen Destornillador simplemente se deben colocar dos cubos de hielo en un vaso de trago largo y agregar allí las tres partes de vodka y las siete de zumo de naranjas. 

*No es un detalle menor emplear vodka de buena calidad, sino fundamental: un vodka mediocre es indisimulable y arruina el trago. 








Ahora sí, si el efecto de este cóctel no se hace sentir de inmediato, una ronda de café bien cargadito y algo dulce tiene que poder mandara todos ...a su casa.





 ¡¡¡Feliz 2017 y gracias por la lectura!!!


A boca de jarro

Digresión filosófica en elegía

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Pintura: “Digresión filosófica”, Edward Hopper , 1959.




Elegía 1938


Trabajas sin alegría para un mundo caduco, 
donde las formas y las acciones no encierran ejemplo alguno.
Practicas laboriosamente los gestos universales,
sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.
Los héroes llenan los parques de la ciudad en que te arrastras,
y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.
Por las noches, si llovizna, abren paraguas de bronce
o se recogen entre los volúmenes de siniestras bibliotecas.
Amas la noche por el poder aniquilador que encierra
y sabes que, durmiendo, los problemas te exoneran de morir.
Pero el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina
y te repone, diminuto, ante indescifrables palmeras.
Caminas entre muertos y con ellos conversas
sobre cosas del futuro y asuntos del espíritu.
La literatura arruinó tus mejores horas de amor.
Al teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.
Corazón orgulloso, tienes prisa en confesar tu derrota
y aplazar para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la distribución injusta
porque no puedes, tú solo, dinamitar la isla de Manhattan.


Del poemario "Sentimiento del Mundo",1940.

Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), Brasil.
   
Homenaje al poeta Carlos Drummond de Andrade en 
la Playa de Copacabana, Río de Janeiro.


Elegia 1938

Trabalhas sem alegria para um mundo caduco, 
onde as formas e as ações não encerram nenhum exemplo.
Praticas laboriosamente os gestos universais,
sentes calor e frio, falta de dinheiro, fome e desejo sexual.
Heróis enchem os parques da cidade em que te arrastas,
e preconizam a virtude, a renúncia, o sangue-frio, a concepção.
À noite, se neblina, abrem guarda-chuvas de bronze
ou se recolhem aos volumes de sinistras bibliotecas.
Amas a noite pelo poder de aniquilamento que encerra
e sabes que, dormindo, os problemas te dispensam de morrer.
Mas o terrível despertar prova a existência da Grande Máquina
e te repõe, pequenino, em face de indecifráveis palmeiras.
Caminhas entre mortos e com eles conversas
sobre coisas do tempo futuro e negócios do espírito.
A literatura estragou tuas melhores horas de amor.
Ao telefone perdeste muito, muitíssimo tempo de semear.
Coração orgulhoso, tens pressa de confessar tua derrota
e adiar para outro século a felicidade coletiva.
Aceitas a chuva, a guerra, o desemprego e a injusta distribuição
porque não podes, sozinho, dinamitar a ilha de Manhattan.



Del poemario «Sentimento do Mundo», 1940.
Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), Brasil.

Los poderes curativos de la pizza

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   Hacía tiempo que no nos veíamos y sentí que una pizza ayudaría a derretir el hielo. A mal puerto... Esta chica está muy cambiada; habla y habla todo el tiempo del poder de los alimentos:

Es increíble lo que se adelgaza cuando eliminás las harinas de tu dieta. También tomo mucha agua: casi dos litros por día, y así elimino las toxinas. La piel también me lo agradece cada mañana. Frutas frescas al desayuno y las secas, antes de ir a la cama... Mucho ajo, apio y mariscos súper frescos garantizan los orgasmos duraderos. Si le agregás semillas a la ensalada, es increíble, pero, te juro, te convertís en multiorgásmica. Con los años, he remplazado carne de cerdo, vaca y pollo por pescado a la plancha, aunque solamente dos veces a la semana, porque está caro. Te aseguro que mis electros de esfuerzo - los que me piden para mis sesiones levanta-glúteos en spinning - son la envidia de mi médico, que, dicho sea de paso, es un bombón de chocolate. A ese sí que me lo como sin preocuparme por nada...

Se fue al baño un momento. Dejó pedida un agua mineral sin gas con rodajas de limón fresco y mucho hielo. Reinaba el silencio. Yo miré por la ventana, como queriendo escaparme a otros tiempos: aquellos días en los que salíamos de cacería por las calles de mi barrio buscando pizza. Eran días en los que no existía el delivery y en los que nadie se asustaba si dos chicas iban comiéndose una pizza por la vereda, camino a casa y de la caja...




Pese a todo lo que se diga de la harina, yo aún creo en los poderes curativos de la pizza que practicábamos ella y yo en aquellos bellos tiempos en los que éramos bellas sin esfuerzo. Desde chica, la pizza forma parte del mecanismo de la ley de compensación de mi propio universo. Les explico: dice mi amiga  que además de obsesiva de la comida sana es posmoderna — que la vida es una ecuación matemática exacta: recibís de manera precisa lo que das, ni más, ni menos. Es por eso  yo asumo, con una pizza de por medio  , que ella cree que si ingiere solo cosas saludables, el universo le dará la salud que ella espera. A este principio pseudo científico al que mucha gente adscribe se lo conoce como ley de compensación, y es para mí una gran patraña aplicado a la vida. Y esto lo digo con conocimiento de causa: han sido tantas las veces en mi vida en las que di todo lo que tenía para dar   tanto dí que hasta parecía más de lo que tenía  , y a cambio no recibí nada, que ahora sólo creo en los poderes de la pizza La pizza es la piedra filosofal de aquello que yo practico y entiendo como mi ley de compensación: lo que la vida me da o me quita, lo celebro o lo compenso con una pizza... 

Aquí les paso mi receta compensatoria y, a continuación, les comparto un curativo texto de Martha Medeiros que traduje del portugués cuando volví de comer pizza con mi ex-amiga.


Moscato, pizza y fainá: la mejor argentinada.
Para ahuyentar el mal de amores: pizza de jamón y morrones.
Para sacarte toda la bronca: pizza casera, bien amasada.
Para superar peleas: con verdeo y panceta.
El mejor afrodisíaco: pizza en pelotas, con los dedos...
Como entrada: pan de pizza a la canasta.
Para un día aburrido: pizza verde gratinada.
Para visitas inesperadas: pizza comprada.
Para comerla viendo a Sherlock: fugazzeta y doble queso.
Para detener el llanto: pizza con tomate y ajo.
Para celebrar la vida: pizza con lonjas de longaniza.
Para el invierno: pizza de cancha.
Para el verano: pizza fría en el desayuno.
Para los chicos: pizza con varios huevos fritos.
Para un domingo de soledad: una pizza individual.






Creo en una gracia mayor, Martha Medeiros




"Cada semana, una novedad. La última fue que la pizza previene el cáncer de esófago. Creo en una gracia mayor. 

El tomate previene eso, la cebolla previene aquello, el chocolate hace bien, el chocolate hace mal, una copa de vino al día no hace nada, cualquier trago alcohólico es nocivo, tome agua en abundancia, pero no exagere...

Ante tal profusión de descubrimientos, encuentro más seguro no cambiar de hábitos. Seré directa con respecto a lo que le hace bien y lo que le hace mal a mi salud.




El placer hace mucho bien. Dormir me hace sentir 0 km. Leer un buen libro me renueva. Viajar me pone tensa antes de embarcar, pero después rejuvenezco unos cinco años. Los viajes aéreos no me hinchan las piernas: me hinchan el cerebro, y vuelvo llena de ideas.

Pelear me provoca arritmia cardíaca. Ver personas con accesos de estupidez me revuelve el estómago. Ser testigo de personas tirando latas de cerveza por la ventanilla del auto hace que pierda mi fe en el ser humano. Y los noticieros... Deberían prohibirlos los médicos  ¡cómo duelen!

Caminar me hace bien, bailar me hace bien, permanecer en silencio cuando una discusión está que arde hace mucho bien. Se ejercita el auto-control y se levanta una al día siguiente sin arrepentirse de nada. ¡Despertar arrepentida de lo que dije o lo que hice anoche es perjudicial para la salud! Y pasar el resto del día sin coraje para pedir disculpas, peor todavía. No pedir perdón por nuestras macanas causa cáncer, no hay tomate ni mozzarella que lo prevenga.




Ir al cine, conseguir un lugar central en las filas del fondo, no tener a nadie obstaculizando su visión, ningún celular sonando y que la película sea espectacular, ¡guau! El cine es mejor para la salud que el pochoclo. Una conversación es mejor que una cargada. El ejercicio es mejor que la cirugía. El humor es mejor que el rencor. Los amigos son mejores que la gente influyente. El ahorro es mejor que la deuda. La pregunta es mejor que la duda."



Del color de enero

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Tanto afán por perdurar,
 por cumplir un año más,
tanto brindar y celebrar
por otra meta a alcanzar,
por otro sueño a realizar...

Solo la cordura pido
de acordarme siempre de esto
— mi plegaria en el silencio  :
 la vida me arde como el fuego
y es del color de enero.

Que no me olvide nunca de eso:
que la vida no es llegada ni partida
sino andar de travesía,
como agua cristalina
entre piedras del desierto.

(Fuego y agua: aquí van mis tres deseos...)

Que me asista la humildad
de estar siempre bien parada
para recibir la oleada.
Que la fuerza de mi viaje
sea un prisma singular.

 Que en el libro que yo escriba
nunca editen mi destino,
que nada haya de ejemplar
en mi propio capítulo,
ni se espere un gran final.



A boca de jarro

La que te ama de verdad

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Querido mío, mujeres hay de todo tipo:
las hay felinas,
 que jadean, aúllan, ronronean,
gruñen, arañan y hasta patean;
mujeres que, cual aves,
se elevan, aletean y planean.
Hay mujeres unicornio:
con sus alas te cabalgan
y te vuelan los sentidos
- es probable que jamás las hayas visto.

Mujeres hay de sabia lengua,
 silabean, riman, cuentan para componer poemas.
Están las tímidas: languidecen y desaparecen
o se sonrojan y se sofocan.
Están también - y esto es sabido - las trapecistas y equilibristas,
las que al mecerse te estremecen, 
te escalan, te trepan, te hamacan, 
te ombliguean y te marean.
Se sacuden, se menean, se contorsionan,
te cuerpean, te desmayan y ni parpadean.

Hay mujeres que se transpiran y hasta se orinan,
que se adelgazan o bien se ensanchan,
crecen, rejuvenecen, se plenifican, 
se entonan, se estiran, se tonifican,
se potencian, se vengan, se reivindican,
se inmolan, se purgan, se resucitan.
Las que se salvan y te redimen,
las que te atan y te maldicen:
tiemblan, tiritan, se erizan,
se arquean, deliran y vociferan.

Te presienten y así te encienden,
 voraces cómplices, de risa mueren,
te arden, te queman y te refrescan;
paradójicas, histéricas, locas,
te vacían y te colman, te hambrean y te alimentan:
carnívoras, tal vez omnívoras,
te engullen, te mastican, te saborean, te paladean, 
te pican, te cosquillean,
te besan y te envenenan, 
te poseen y así te enloquecen.

Mujeres hay de toda clase,
pero quiero que sepas lo siguiente:
la que de verdad te quiere
es la que llora cuando llega
- tomála en serio, Señor mío,
jamás de una así te burles,
ni se te ocurra subestimarla,
de llanto fácil tildarla.

La mujer para quien
el placer deviene lágrima,
la que al cabo de alcanzar
ese fragor de intimidad y de carnal eternidad
en el que, amantes, los dos se funden
en orgásmica pleamar,
se deshace en pucheros y sollozos
sin poder evitar así rezar:

"Ay, Dios mío, 
que sea yo la primera de los dos
en partir de este mundo,
te lo pido por favor."

...Esa es la que te ama de verdad.





A boca de jarro

Una esperanza

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“Escribo sin la esperanza de cambiar nada. No cambiar nada... Porque en el fondo no estamos tratando de cambiar las cosas. Estamos queriendo florecer...” 



 Clarice Lispector





Una esperanza, Clarice Lispector


    "En casa se ha posado una esperanza. No la clásica, la que tantas veces se revela ilusoria, por mucho que así nos sostenga siempre. Sino la otra, bien concreta y verde: el insecto. 

Hubo un grito sofocado de uno de mis hijos:

—¡Una esperanza! ¡En la pared y justo encima de tu silla!

Emoción de él, además, que unía las dos esperanzas en una sola, ya tiene edad para eso. Ante mi asombro: la esperanza es algo secreto y suele posarse directamente en mí, sin que nadie lo sepa, y no en una pared encima de mi cabeza. Pequeño desorden: pero era indudable, allí estaba, y más flaca y verde no podía ser.

—Pero si casi no tiene cuerpo —me quejé.

—Sólo tiene alma —explicó mi hijo; y como los hijos son para nosotros una sorpresa, descubrí sorprendida que hablaba de las dos esperanzas.

Por entre los cuadros de la pared, ella caminaba despacio sobre los hilos tenues de sus largas patas. Tres veces, obstinada, intentó salir entre dos cuadros; tres veces tuvo que desandar el camino. Le costaba aprender.

—Es tontita —comentó el niño.

—De eso yo sé bastante —respondí, un poco trágica.

—Ahora busca otro camino. Mira, pobre, cómo titubea.

—Ya lo sé, así es.

—Parece que las esperanzas no tienen ojos, mamá. Se guían con las antenas.

—Lo sé —continué yo, cada vez más desdichada.

Nos quedamos mirando no sé cuánto tiempo. Vigilándola como en Grecia o Roma se vigilaba el inicio del fuego del hogar para que no se apagase.

—Ha olvidado cómo se vuela, mamá, y cree que sólo puede andar así, despacio.

Andaba realmente despacio; ¿estaría herida, tal vez? Ah, no; si hubiese sido así, de un modo u otro correría sangre, conmigo siempre ha sido así.

Fue entonces cuando, presintiendo el mundo comestible, por detrás de un cuadro salió una araña. Más que una araña, parecía «la» araña. Caminando por su tela invisible, parecía trasladarse suavemente por el aire. Quería la esperanza. ¡Pero nosotros también la queríamos, vaya! Dios mío, la queríamos y no para comérnosla. Mi hijo fue a buscar la escoba. Yo, débilmente confundida, sin saber si desgraciadamente había llegado la hora segura de perder la esperanza, dije:

—Es que no se matan las arañas. Me han dicho que traen buena suerte…

—¡Pero ésta va a matar a la esperanza! —respondió mi hijo con ferocidad.

—Tengo que hablar con la empleada para que limpie detrás de los cuadros —dije, sintiendo la frase desviada y oyendo el cansancio cierto que había en mi voz. Después fantaseé un poco sobre cómo sería de sucinta y misteriosa con la empleada; tan sólo le diría: haga usted el favor de facilitar el camino de la esperanza.

Muerta la araña, el niño inventó un juego de palabras con nuestra esperanza y el insecto. Mi otro hijo, que estaba viendo la televisión, lo oyó y se echó a reír con placer. No había duda: en casa se había posado la esperanza en cuerpo y alma. Pero qué bonito es el insecto: se posa más de lo que vive, es un esqueletito verde y tiene una forma tan delicada que explica por qué yo, que tengo la costumbre de agarrar las cosas, nunca he intentado agarrarla. 

Por otra parte, una vez, ahora lo recuerdo, se posó en mi brazo una esperanza mucho más pequeña que ésta. De tan leve que era no sentí nada, sólo visualmente me di cuenta de su presencia. Permanecí absorta en su delicadeza. Sin mover el brazo, pensé: «¿Y ahora? ¿Qué debo hacer?». En realidad, no hice nada. Me quedé extremadamente quieta, como si me hubiese brotado una flor. Después ya no recuerdo lo que pasó. Y creo que no pasó nada."



(Clarice Lispector, Título original: "Uma Esperança", 1971)




Clarice Lispector, CUENTOS REUNIDOS, 2008, Siruela, Colección: Libros del tiempo, Traducciones del portugués de Cristina Peri Rossi, Juan García Gayó, Marcelo Cohen y Mario Morales.


La hermandad de la aspiradora

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Bajo el yugo del encierro
y el deber como bandera,
cada día, hermanadas,
 las mujeres nos rendimos
a pasar la aspiradora
cuando el polvo nos confronta
con la soledad del nido,
bajo lúcida sospecha
de caer en lucha vana:
volverán los que han marchado
a sus guerras mal habidas
con el polvo que, sabemos,
hemos de morder mañana.




Fútil, invisible empresa,
desde su ruidoso reino,
cada ama de su casa
se conecta con las dudas
que a todas nos asaltan:
"¿Y de qué me habrá valido 
tanto álgebra aprendido,
para qué los dos idiomas,
las teorías, los teoremas,
tanto cuento de princesa,
si lo mío se reduce 
a profesar la abnegación
sin percibir compensación?" 



A la hora en la que el ruido
como el polvo se propaga
por las ventanas abiertas
de las casas de mi cuadra,
la certeza se me instala:
no hay motor de aspiradora
que a la voz de la conciencia,
que al destino se rebela,
sea capaz de silenciar
— voz que aún no fue acatada —,
aunque no se oye tan fuerte
como el mandato aprendido
de esa voz que nos inicia
en el arte del barrido. 





De manera misteriosa
el pasar la aspiradora
nos conecta con los sueños
que algún día arrumbamos
con los trastos de limpieza,
sueños de quien nunca fuimos,
de la que aún deseamos ser,  
de una igualdad más limpia
que seguimos incumpliendo
cada vez que nos negamos
el derecho a reparto
para limpiar el camino
de quienes vendrán mañana.







A boca de jarro

Un striptease

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"Torpeza", Begoña Abad




"¿Qué te quito?", dijiste, tentándome la ropa.

"La torpeza", pensé, asustada,

mientras te respondía:

“La piel y la cordura, mi amor…”








    Su fuerte no era lo sensual, y lo sabía. Sus amigas separadas, expertas en las artes del picoteo incidental, le daban consejos infalibles para triunfar en el amor que validaban todas las películas de amor que había visto en su vida, pero, debajo de la ropa interior sexy que se había estrenado para la ocasión, llevaba desnuda la cicatriz del verdadero amor. En días húmedos como el de hoy, aún dolía. Al subirse al ascensor del edificio donde él la invitaba en noches como la que caía, se volvió a mirar al espejo por centésima vez, tratando de disimular los nervios que la invadían, nervios mezclados con una seguridad en sí misma que le resultaba tan fuerte como inusitada. No volvería atrás, estaba decidida. Tocó el timbre con valor, y él, ansioso y fingiendo no estar esperándola al otro lado de la puerta, no demoró más que segundos en atender.



La recibió con un breve beso en la boca, apoyó su mano blanda en su cintura encendida y la ayudó a quitarse el abrigo que ya sobraba. Le preguntó si quería tomar algo, pero ella no aceptó. La invitó a ponerse cómoda y le propuso poner algo de la música que usaba para lograr el clima ideal, según decía, pero ella ni siquiera quiso tomar asiento. De pie en medio de la penumbra de la habitación, sobre piernas firmes y ligeramente abiertas, eligió ir directo a la cuestión y empezar a desnudarse como nunca antes lo había hecho en su vida.



Primero se quitó las gafas y se soltó el cabello que traía recogido en una colita: "Lo mío no viene de reproche, porque si estoy acá, es claramente porque yo quise llegar hasta acá. Así que te voy a decir cómo lo veo. Yo veo que merezco más que lo que me das. Merezco más que unos cuantos besos mojados, tres minutos entre piernas y luego un mensaje para ver cuándo quedamos otra vez."

De las prendas que traía, cuidadosamente elegidas, eligió quitarse ante todo el orgullo: "La verdad: me desconozco. Ni sé con qué fuerzas llegué hoy hasta tu casa, pensé que no tendría el valor. Vengo callando lo que siento por no quedarme sola otra vez, por no perderte, pero por fin entendí que prefiero perder tu compañía a sentir que soy indigna de amor."

Luego, y no sin cierta dificultad, desabotonó el pudor que pensaba haber perdido hace tiempo: "Yo beso espejos, abrazo almohadas, me acaricio a mí misma pensando en vos, y hasta mientras estoy haciendo las cosas de todos los días, tengo ensoñaciones con vos."

Entonces, bajo la tenue luz de su mirada, fue por el miedo que la cubría, lo arrojó con fuerza al suelo, sobre las otras prendas, y lo aplastó con su tacón: "Hacemos que parezca amor en nombre de una libertad que nos ampara de no ser un fracaso, como otras veces que nos nos jugamos por lo que sentíamos y nos fue mal. ¿No será miedo a fallar una vez más lo que nos pasa? Que es muy pronto, que es poco inteligente, que así estamos bien para nuestra edad, que de otra forma es muy arriesgado: ¿no será cobardía más que libertad?"

Por fin cayó la última prenda, dejándola mansamente desnuda: "Me gustaría ir por más con vos, pero no fue por eso que vine. La intención es únicamente hacerte saber que estoy dispuesta a ir más allá de que seas un huésped en mi cuerpo y en mi vida, que estoy para más que pasar el rato, porque la vida es eso, un rato nada más, pero merece ser tomada en serio, como yo, y que no temo que debajo de mi ropa te encuentres con quien verdaderamente soy. Si algún día te animás a desnudarte como yo, avisame que regreso, y retomamos donde dejamos. Por ahora lo dejamos acá."

Y salió del departamento sintiéndose más mujer que nunca.



(Inspirado en un texto de Martha Medeiros)




A boca de jarro

Yo te cielo... Ciélame

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"Estuary In Summer", John Miller



"¿Se pueden inventar verbos?
Quiero decirte uno: 
Yo te cielo,
así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida."

Frida Kahlo




"Ciélame, móndame, 


miamórame, mivídame, 


amanéceme, lamparéame,


gerúndiame, núblame, 


omblígame, alcoholízame, 


pellízcame, arranca estos días de mí, 


acurrúcame, tóseme, 


respírame, entíbiame, 


báñame, péiname, 


escúrrete en mi noche, 


piméntame, azúlame, 


azucárame, desnúdame, 


bésame con las manos, 


ensalérame, vérbame, 


arbólame, líbrame, 


cierra la puerta tras de ti, 


cuélame, cálame, 

tóntame, 

trae del olvido el olvido, 


arrúllame, piénsame, 


cántame una canción de cuna, 


articúlame, léeme, 


acaríciame las nalgas, 


siénteme, ábrete, ciérrate,


tuéstame, agilibíame


tráeme del viento la luz, 


delírame, arrebátame, 


ceféame, lluéveme, 


apriétame, lúname, 


estréllame, floréame, 


si he de morir, peréceme, 


águame, anochéceme, 


minóviame, ojéame, 


cómeme, bébeme, 


viájame, acolúmbrame, 


maréame, cuélame, 


manoséame con la boca, 


pestañéame, cervecéame, 


respírame en la nariz, 


escríbeme, 


lámeme, miélame, 


bárcame, avíspame, 


seme, déjame ser en ti, 


púnzame, sacúdeme, 


si he de vivir, víveme, 


acalámbrame, arrúllame, 


arróllame, ríeme, muérdeme, 


regálame tu risa bella, 


méceme, rízame, 


fúmame, tuérceme, 


viernésame, 


ámame, otóñame, 


dame tu risa, huye, 


cúrame, sálvame, 


vísteme, 


pronómbrame, 


llévate de mí toda la oscuridad, 


poémame."



 Martha Rivera-Garrido, Los amantes del inbox de papel, 2016.





A boca de jarro

Mi religión

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"O Rose thou art sick."

"The Sick Rose", William Blake.



Florece el cactus entre espinas 
cuando tu muerte se me avecina. 
¡Bendita flor, dulce consolación, 
 inocente de la última herida, 
le opone vida a tu partida! 


En toda su amarilla iniciación 
hace de la flor mi religión, 
en pleno nacimiento me desmadra, 
letal ironía de agonía, 
y me convierte en huérfana de dios. 



A boca de jarro



Día de definiciones

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"Momentos felices", Gabriel Celaya


Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo 
tirando todo al fuego: poemas incompletos, 
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos, 
fotografías, besos guardados en un libro, 
renuncio al peso muerto de mi terco pasado, 
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego, 
y así atizo las llamas, y salto la fogata, 
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento, 
¿no es la felicidad lo que me exalta? 

Cuando salgo a la calle silbando alegremente 
-el pitillo en los labios, el alma disponible-
y les hablo a los niños o me voy con las nubes, 
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando, 
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos 
desnudos y morenos, sus ojos asombrados, 
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando, 
salpican de alegría que así tiembla reciente, 
¿no es la felicidad lo que siente? 

Cuando llega un amigo, la casa está vacía, 
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso, 
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco, 
y yo asisto al milagro -sé que todo es fiado-, 
y no quiero pensar si podremos pagarlo; 
y cuando sin medida bebemos y charlamos, 
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos, 
y lo somos quizá burlando así a la muerte, 
¿no es felicidad lo que trasciende? 

Cuando me he despertado, permanezco tendido 
con el balcón abierto. Y amanece: las aves 
trinan su algarabía pagana lindamente: 
y debo levantarme, pero no me levanto; 
y veo, boca arriba, reflejada en el techo 
la ondulación del mar y el iris de su nácar, 
y sigo allí tendido, y nada importa nada, 
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo? 
¿No es felicidad lo que amanece? 

Cuando voy al mercado, miro los abridores 
y, apretando los dientes, las redondas cerezas, 
los higos rezumantes, las ciruelas caídas 
del árbol de la vida, con pecado sin duda 
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio, 
regateo, consigo por fin una rebaja, 
mas terminado el juego, pago el doble y es poco, 
y abre la vendedora sus ojos asombrados, 
¿no es la felicidad lo que allí brota? 

Cuando puedo decir: el día ha terminado. 
Y con el día digo su trajín, su comercio, 
la busca del dinero, la lucha de los muertos. 
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa, 
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos, 
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi, 
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio, 
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne, 
¿no es la felicidad lo que me envuelve? 

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones, 
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice: 
"Estaba justamente pensando en ir a verte." 
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores, 
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme, 
sino de cómo van las cosas en Jordania, 
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento, 
y al marcharme me siento consolado y tranquilo, 
¿no es la felicidad lo que me vence? 

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo; 
pasar por un camino que huele a madreselvas; 
beber con un amigo; charlar o bien callarse; 
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro; 
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha, 
¿no es esto ser feliz pese a la muerte? 
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo 
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo, 
¿no es la felicidad que no se vende?




A boca de jarro

Todavía me desbordo

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A continuación, dos extraordinarios poemas de la ítalo-brasileña Marina Colasanti:


De carne líquida



Mis senos toman la forma

del momento que los contiene. 

Si tomados por la boca, 

se estira el pezón que arde. 

Si apretados en la mano, 

incorporan a su propia curva 

la curva dulce de la palma. 

Si sueltos al viento 

en mi cuerpo que corre, 

flamean 

como agua en la cuenca. 






De carne líquida


Meus seios tomam a forma 

do momento que os contém.

Se colhidos pela boca 

alon-gam ardidas pontas. Se aprisionados na mâo 

acrescem à própria curva 

a curva doce da palma. 

E quando soltos ao vento 

no meu corpo em correria 

ondejam

                     como a maré que a agua faz na bacia.




Frutos y flores


Mi amado me dice

que soy como manzana

cortada al medio.

Tengo las semillas,

es cierto.

Y las curvas simétricas.

Tuve cierto rubor

en la piel lisa

que no sé

si aún conservo.

Pero si en abril florece 

el manzano,

yo manzana hecha

ya madura,

todavía me desbordo

en flores blancas

cada vez que su cuchillo

me traspasa.




Frutos e flores

Meu amado me diz 

 que sou como maçâ 

 cortada ao meio. 

 As sementes eu tenho 

é bem verdade.

 E a simetría das curvas. 

Tive um certo rubor

 na pele lisa 

que nâo sei 

 se ainda tenho. 

 Mas se em abril floresce 

a maceira 

 eu maçâ feita 

 e pra lá de madura 

ainda me desdobro 

em brancas flores 

cada vez que sua

faca 

 me traspassa.









A boca de jarro

Jaque mate

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"En la vida, a diferencia del ajedrez, 
el juego continúa después del jaque mate."
Isaac Asimov



     Me despertaron en sueños de aguacero repiqueteando en la puerta como peones en protesta. Sentí un vapor helado que me erguía en la cama y calaba hasta los huesos. Húmeda curiosidad, me levantaron en penumbras y en andas me llevaron hasta el cajón polvoriento donde desespera el tablero perfumado de otros tiempos. Con manos ávidas, que alguna vez se ansiaron diestras, las posicionaba en casilleros hartos ya de esperar para abrir juego. La duda, segura, aplazó la jugada preparada y, tal como sucede en sueños, la inspiración tomó el control y dio apertura magistral. Densas en los dedos y, por fin, mías: tramposo contrajuego del dominio estratégico sobre el impulso lúdico, movida natural en mi fluir vital. La luz consciente, como siempre al acecho, me vino a abrir los ojos justo en el mejor momento. Bajé las escaleras, encendí la lámpara, calenté café, fui por algo para anotar y, bien despierta, quise poner en marcha el rito. Se hizo de día. Entonces, como en los buenos cuentos, como aquella noche insomne en la que decidí que sería mi última partida, las palabras, una vez más, me dieron jaque mate.


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